Por José Nieves

Donald Trump zarandeó a la Asamblea General de las Naciones Unidas con un discurso, además de largo y a ratos incoherente, cargado de ataques a la institución , advertencias sombrías a Europa y China, y una defensa inquebrantable de Israel. En un tono desafiante, buscó proyectar su visión del mundo como una pugna entre nacionalismo y globalismo.

Desde el inicio cuestionó la razón de ser del organismo: “ ¿Cuál es el propósito de las Naciones Unidas? Son palabras vacías, y las palabras vacías no resuelven guerras. Lo único que resuelve guerras es la acción ”. Con ello instaló la idea de que la ONU representa burocracia e impotencia, frente a la acción soberana de los Estados.

Incluso en los detalles técnicos convirtió sus quejas en argumento político; “ solo puedo de

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