Es largo el histoiral de ilustres cantantes: políticos, altos cargos, empresarios y comisionistas detenidos en operaciones de corrupción, y que amenazaban con cantar si los metían en prisión: si ellos caían, estaban dispuestos a “tirar de la manta”, “contarlo todo”, “soltar una bomba”
No le deseo cárcel a nadie, vaya eso por delante. Tampoco a los corruptos, por mucho que me repugnen. Pero una vez que estás dentro, más te vale buscarte alguna actividad para llenar las muchas horas muertas, alejar los malos pensamientos y hacer que pasen más rápidos los días, meses o años que te puedes tirar dentro. En el caso de Ábalos y Koldo, nuevos inquilinos de Soto del Real, se apuntarán a algún taller, clases, deportes o trabajos voluntarios. Pero igual prefieren unirse al coro, ya que se rumorea que van a “cantar la Traviata” en los próximos días.
El coro carcelario tiene un largo historial de ilustres cantantes: políticos, altos cargos, empresarios y comisionistas detenidos en operaciones de corrupción, y que amenazaban con cantar si los metían en prisión: si ellos caían, estaban dispuestos a “tirar de la manta”, “contarlo todo”, “soltar una bomba”. Luis Roldán, Mario Conde, Ruiz-Mateos, Bárcenas, Correa, Marjaliza o Marcos Benavent son solo algunos nombres. Todos tenían una manta de la que tirar, una bomba que detonar, una Traviata que entonar. Todos guardaban papeles, grabaciones, mensajes. Si cantaban, caería el gobierno entero, el presidente, hasta al rey apuntaba alguno. A la lista de cantantes podríamos añadir a Jordi Pujol, que avisó de que si nos poníamos a segar ramas del árbol, acabarían cayendo todos. Y por supuesto el comisario Villarejo, cuya discografía inmensa lleva años lanzando singles.
Los cantantes creían que así se librarían de la celda, que el gobierno compraría su silencio o la fiscalía pediría el archivo del proceso, pero a ninguno le funcionó: todos acabaron empapelados por mucho que cantasen. Y no cayó ningún gobierno, pues cuando llega la canción o el tirón de la manta, el escándalo está ya amortizado, poco daño más se puede hacer ya. En el caso de Ábalos y Koldo, que ya habían soltado un avance en las horas previas -Ábalos mediante tuits, Koldo en entrevistas-, no creo que puedan dañar la reputación del gobierno o del PSOE más de lo que ya está: si tienes dos secretarios de Organización pringados, está todo dicho, tu responsabilidad está clara, y lo demás son solo detalles. Jugosos, morbosos, pero detalles.
Las cantadas levantan grandes expectativas, circulan rumores, hay nervios y cubos de palomitas. Dan mucho juego político y mediático, resuenan en tertulias y sesiones de control, son buenas para vender periódicos cuando se publican por entregas. Pero acaban teniendo más de chisme que de dinamita. Y el que tira de la manta va sintiendo cada vez más frío, más soledad y menos atención, a medida que sus revelaciones pierden fuerza, pasamos al siguiente escándalo, llegan otras urgencias, todo queda atrás y un día tu bomba no merece ya ni un huequecito en la portada. Y acabas echando de menos la manta, que en la cárcel hace mucho frío.

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