Las devastadoras inundaciones en el sudeste asiático han dejado un saldo trágico de más de 300 muertos y cientos de desaparecidos, afectando gravemente a Indonesia y Tailandia. En la isla de Sumatra, Indonesia, las crecidas y deslizamientos de tierra han causado al menos 174 muertes, mientras que casi un centenar de personas siguen sin ser localizadas. Las condiciones climáticas adversas y las carreteras destruidas han dejado vastas zonas incomunicadas, complicando aún más la situación. En Tailandia, el número de fallecidos ha alcanzado los 145, con la mayoría de las víctimas en las provincias del sur, especialmente en Songkhla y Hat Yai. Las imágenes muestran viviendas cubiertas casi por completo, y muchas familias se han visto obligadas a refugiarse en los techos de sus casas. La respuesta del Gobierno ha sido criticada, llevando a la suspensión de autoridades locales por deficiencias en la gestión de la emergencia. La situación también es grave en Sri Lanka, donde el Gobierno ha desplegado al ejército para ayudar a las víctimas de inundaciones y deslizamientos que han dejado 56 muertos y 21 desaparecidos. El distrito de Badulla ha sido el más afectado, con 26 personas sepultadas por derrumbes. Las intensas lluvias han generado nuevos riesgos de deslizamientos y han dificultado la llegada de ayuda a comunidades aisladas. En Malasia, el estado de Perlis ha quedado bajo el agua tras días de lluvias torrenciales, resultando en al menos dos muertes y miles de evacuaciones. Las imágenes muestran barrios enteros sumergidos y viviendas parcialmente destruidas. La magnitud de la tragedia ha desbordado la capacidad de respuesta sanitaria en Tailandia. La morgue del Hospital Songklanagarind en Songkhla ha colapsado ante la llegada masiva de cadáveres, obligando a utilizar camiones refrigerados para ampliar la capacidad de almacenamiento. Los testimonios de los sobrevivientes revelan la rapidez y la violencia de las inundaciones. En Hat Yai, los habitantes relatan cómo el agua alcanzó el techo del segundo piso en cuestión de horas. En Indonesia, las autoridades y equipos de rescate aún no han podido acceder a varias zonas de Sumatra, donde el agua ha dejado capas de lodo que han sepultado vehículos y destruido viviendas. Las tareas de búsqueda se ven obstaculizadas por el mal tiempo, lo que genera temores de que la cifra de víctimas continúe aumentando. La temporada de lluvias, que se extiende de noviembre a abril, ha sido intensificada por una tormenta tropical, lo que ha llevado a un aumento en la severidad de las precipitaciones. Las autoridades advierten que el cambio climático ha exacerbado estas condiciones, haciendo que las tormentas sean más severas y las lluvias más intensas. La situación sigue siendo crítica en toda la región, con esfuerzos de rescate y asistencia humanitaria en marcha, mientras las comunidades luchan por recuperarse de esta catástrofe natural.