Hay asuntos que solo pueden tomarse en serio desde la frivolidad, que es un concepto más profundo que esa espuma sobre «la decencia» y los buenos sentimientos con la que se desgañitan los apóstoles desde el lado correcto de sus decepciones. Hay momentos en los que hay que ponerse en la cabeza de Carmen Lomana porque no hay otra manera de entender lo que pasa sin que alguien desee tirarse por la borda. Lomana defiende que el activismo es el nuevo lujo. Y tiene razón. Razón rubia, además.

Lamine Yamal se escapa con una novieta a Mónaco, un lugar en el que se hace lo mismo que en el barrio de Salamanca: comprar en Chanel o Louis Vuitton, pero más caro. Lamine, ese placer culpable que derrocha champán como nos gustaría, al menos se lo gana con sus alegres patadas, pero ¿a qué se dedican los q

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