ESTAMBUL (AP) — Durante una sesión de entrenamiento en piscina hace meses, a Oleh Tserkovnyi, veterano de guerra ucraniano, se le ocurrió una idea: ¿Qué pasaría si un grupo de veteranos cruzara a nado el estrecho del Bósforo, entre las costas europea y asiática de Turquía? ¿Y si lo hicieran el 24 de agosto, Día de la Independencia de Ucrania?

El simbolismo del día llamaría la atención sobre el costo y la devastación infligidos por la guerra total de Rusia contra Ucrania, que ya está en su cuarto año.

Cuando el hombre de 34 años presentó la idea a sus compañeros veteranos en su grupo de apoyo Uno para el Otro, ninguno mencionó sus lesiones, en particular sus amputaciones, como un obstáculo. Dos de ellos se unieron a él de inmediato.

Entrenaron durante meses con el apoyo del Centro de Superhumanos, una clínica de rehabilitación para veteranos de guerra en Ucrania, y con preparación de CapitalTRI, un equipo de triatlón amateur de Kiev. Acordaron que su carrera tendría otro objetivo: recaudar fondos para prótesis, que aún son costosas y que muchos heridos de Ucrania necesitan con urgencia.

“No pedimos compasión”, dijo Tserkovnyi a The Associated Press poco antes de la competición. “Pedimos apoyo”.

Tras meses de riguroso entrenamiento, disciplina y desafíos físicos, los tres veteranos ucranianos se unieron el domingo a más de 2.800 nadadores de 81 países en la travesía de 6,5 kilómetros (4 millas) de Asia a Europa.

La Bosphorus Cross-continental Swimming Race (Carrera Intercontinental de Natación del Bósforo) es un evento en aguas abiertas que se celebra cada año en Estambul, organizado por el Comité Olímpico Turco desde 1989.

Los tres ucranianos completaron la travesía —cada uno nadó durante más de una hora. Los dos veteranos con amputaciones sufrieron contratiempos incluso antes de la salida —los organizadores inicialmente les prohibieron competir, e insistieron en que debían estar en una categoría separada para personas con discapacidad.

Pero perseveraron y nadaron la carrera junto a los demás.

Para los ucranianos, no se trataba sólo de resistencia, sino de recuperar el control sobre cuerpos transformados por la guerra —y compartir su recuperación con un mundo que a menudo parece indiferente a las lesiones con las que viven.

El deporte siempre había formado parte de la vida de Tserkovnyi, pero la guerra y las lesiones lo impulsaron a utilizarlo como herramienta de supervivencia después de dos conmociones cerebrales graves que le cambiaron la vida —un puente de regreso a la vida para veteranos de guerra con discapacidades.

“El deporte en sí mismo cura —lo hemos visto de primera mano—”, dijo. “Y la comunidad te impulsa a seguir adelante. Te empuja, te disciplina”.

Cuando habla, no duda en señalar los cambios que ve en sí mismo —la tartamudez, el tic involuntario en el ojo”.

“Es lo que queda. Antes era mucho peor”, agregó.

Ambas conmociones cerebrales fueron resultado de la exposición prolongada a fuego de artillería cuando servía en la línea del frente. Era francotirador al momento de sufrir la segunda. Después, dijo, sintió como si hubiera perdido el equilibrio por completo.

“Había momentos en que podía caminar, pero de repente me iba de boca como un lápiz”, expuso Tserkovnyi. “Tengo pérdida auditiva de tercer grado en un lado; nada de visión periférica”.

La sensación de ser una “persona enferma”, añadió, le resultaba tan extraña que se dedicó a la recuperación con todas sus fuerzas. Durante mucho tiempo, también tuvo síntomas de trastorno por estrés postraumático, incluidos dramáticos flashbacks de la guerra.

Pero fue en la piscina donde encontró la manera de reconocer las señales de advertencia. “Empecé a entender qué los desencadena, cuándo aparecen y cómo anticiparme a ellos”, dijo.

El ingeniero Pavlo Tovstyk se alistó como voluntario poco después de la invasión rusa a gran escala de Ucrania en febrero de 2022. Cuando servía como conductor en una unidad de inteligencia, pisó una mina terrestre en junio de 2023.

La explosión le arrancó el pie y las cirugías posteriores resultaron en la amputación parcial de la pierna izquierda.

Este hombre de 47 años, quien de niño era un nadador activo, nunca pensó que nadar se convertiría en su salvavidas. Aún se recuperaba de su lesión cuando comenzó a meterse a escondidas en la piscina, algo que ocultó a los médicos.

“El agua se convirtió en una especie de salvación para mí”, dijo. “En ese momento, todo se sentía desorientado. Pero en el agua, mis pensamientos, mi fuerza, mi cuerpo —todo se integró de nuevo—. Volví a ser yo mismo. Simplemente... diferente”.

La idea de cruzar a nado el estrecho de Turquía comenzó casi como un reto, luego se convirtió en un plan.

“Para cruzar el Bósforo, no sólo necesitas fuerza física, sino también cierta mentalidad —un estado de determinación que todos nosotros logramos encontrar en nuestro interior”, agregó.

Oleksandr Dashko descubrió la natación sólo después de perder la pierna izquierda.

El joven de 28 años se alistó en el ejército al comienzo de la invasión rusa y sirvió en la infantería en varias zonas del frente.

En junio de 2023, una mina explotó cerca de él y la metralla le atravesó la rodilla.

“No me lo tomé muy bien, digamos”, expresó al relatar los sentimientos encontrados que lo atormentaron durante mucho tiempo. Adaptarse a la vida con una amputación ha sido lento y mentalmente agotador.

Apenas durante el último año pudo concentrarse en la rehabilitación física —y la natación, añadió, se ha convertido en la actividad que le brinda una sensación de calma.

El desafío de cruzar el Bósforo a nado se convirtió en un propósito para Dashko.

“Cuando no hago nada, vuelvo a ese estado justo después de la lesión: depresión, apatía, la sensación de que la amputación está ganando“, dijo. “Pero cuando algo así se presenta en mi camino, es como una descarga eléctrica —para vivir, para seguir adelante, para motivar a otros”.

Las metas físicas, agregó, lo ayudan a asentarse. Espera más desafíos similares, no sólo para él, sino para otros veteranos.

“Sinceramente, si no fuera por esto, probablemente estaría ebrio y tirado contra una valla en algún lugar”, añadió.

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Arhirova reportó desde Kiev, Ucrania.