Fernando Artese, un argentino de 63 años, fue deportado de Estados Unidos el 31 de julio tras casi un mes de detención en un centro de inmigrantes indocumentados conocido como "Alligator Alcatraz". Este centro, ubicado en un pantano de Florida, ha sido objeto de críticas por sus condiciones inhumanas. Durante su detención, su esposa, Mónica Riveira, describió su experiencia como "una película de terror".

Artese, quien aún conserva el brazalete que lo identificaba como el recluso número 71, relató su experiencia a través de una videollamada desde Madrid. "La irracionalidad es algo que te pega fuerte, duro y ni siquiera te queda claro dónde te pegó", comentó.

El argentino había emigrado a España en 2001 y se trasladó a Miami en 2015 con una visa ESTA, la cual no pudo regularizar. Su intención era salir de EE.UU. junto a su familia en un viaje hacia Argentina, pero fue detenido en Jupiter Beach. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) indicó que Artese había permanecido en el país diez años más del tiempo permitido por su visa.

Al ser ingresado a Alligator Alcatraz, Artese fue encadenado y descrito el lugar como "un campo de concentración". Relató que fue sometido a condiciones extremas, donde permaneció encadenado al suelo durante horas y solo tuvo acceso al exterior una vez en quince días. "Nos despertaban a las 4 de la mañana los guardias para contarnos", dijo, añadiendo que la comida era insuficiente.

El gobierno de EE.UU. ha defendido las condiciones en sus centros de detención, afirmando que se trabaja para mejorar el espacio y la alimentación. Sin embargo, Artese sostiene que se está persiguiendo a una etnia y que las condiciones son inaceptables.

Actualmente, Mónica y su hija Carla permanecen en EE.UU. intentando vender el motorhome que habían adquirido para su viaje. Fernando, desde Madrid, espera poder reunirse con ellas, pero la situación es incierta. "Nos frustraron los planes de vida", concluyó, reflejando la angustia de una familia dividida por las circunstancias.